conclusiones



No está de más decir que casi cualquier acto de comunicación verbal alberga más de una de las funciones: por ejemplo, cuando gritamos “¡Sácame el dedo del ojo!” estamos usando al mismo tiempo las funciones apelativa y expresiva; cuando decimos “¡Qué bien, mañana es mi cumpleaños”, la expresiva y la representativa; al decir “El semáforo ya está en verde” usamos las funciones representativa y apelativa (transmitimos la información, y al mismo tiempo queremos que el conductor arranque); si decimos a un compañero “¡Barco se escribe con b, animal”, hacemos uso de las funciones apelativa, expresiva y metalingüística al mismo tiempo.